viernes, 13 de marzo de 2009

EL AMOR NUNCA DEJA DE SER


El amor nunca deja de ser ©

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Dios nos ama.


Nosotros somos sus hijos, y él, como Padre, es el primer preocupado por el estado del matrimonio.

Él desea socorrernos.

En Proverbios 13:18 dice.

“Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; Mas el que guarda la corrección recibirá honra”.

Muchos hijos de Dios pasan por pobrezas y vergüenzas tan sólo por no poner oído atento al consejo del Señor.

Cuando hablamos de matrimonio en la iglesia, estamos hablando de la unión de dos personas que tienen a Cristo en su corazón, y que, por tanto, han pasado de muerte a vida.

Estos hombres y mujeres tienen al Señor Jesucristo como su Señor en sus vidas.

Entonces, se puede esperar de ellos que, a medida que el tiempo transcurre, mayor habrá sido la siembra para el espíritu que para la carne.

Si el abordar el tema matrimonial, no podemos apelar a la fe y a la experiencia del creyente, entonces nos encontraríamos en el plano de la carne y de la sangre, y deberíamos acudir a un profesional que nos asista con los recursos de la ciencia humana, pero los que somos de Dios, apelamos a sus recursos, ya sea al trono de la gracia (Hebreos 4:16) o a la vida eterna que llevamos dentro (1 Timoteo 6:12).

Veamos el amor de Dios versus nuestro amor.

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará”. 1 Corintios 13:4-8.

Aquí está descrito el amor ágape, el amor de Dios, el que nunca deja de ser.

¿Estará este amor muy lejos de nosotros?

“… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5.

Derramado implica abundancia.

Este es un hecho divino en el corazón del creyente.

¿Qué se puede esperar de un esposo y una esposa, que son hijos de Dios, redimidos por la sangre preciosa del cordero, en quienes habita el Espíritu Santo, el cual los conduce y los regula?

Convengamos en que nuestro Dios no nos ha dado sólo unos cuantos mandamientos para nuestra conducta, sino que primeramente nos ha capacitado y vivificado por medio de su Santo Espíritu. (Gálatas 4:6 - Romanos 8:9-11)

Recordemos por un momento aquel amor que se encendió en nosotros cuando nos encontramos con la persona que creímos que llenaba todas nuestras expectativas.

¡Oh, qué precioso es cuando llega el amor!

¿Verdad?

Entonces nada nos importaba, no tuvimos ojos para nada ni nadie más, nos llenamos de sueños, hallamos a la mujer o al hombre ideal.

Vinieron cartas, citas, regalos, etc.

¡Preciosa experiencia!

¡Verdad!

Ahora bien, aquel amor juvenil, apasionado, ciego…

¿Se compara o se asemeja con el amor de 1 Corintios 13?

¿Era sufrido, sin envidia, sin rencor, capaz de sufrirlo y soportarlo todo?

Evidentemente… no.

Muchos me han confesado dramáticamente.

- Se me acabó el amor...

- Las cosas no se dieron como yo pensaba...

- Me tiene cansada(o)

- Ya no la(o) quiero.

Si somos honestos, debemos reconocer que esto le ocurre a la gran mayoría de los matrimonios, tanto cristianos como no cristianos.

Por tanto, que los mundanos se divorcien resulta comprensible.

Difícilmente aceptarán el sufrimiento, y rápidamente pensarán en rehacer sus vidas.

Ellos no tienen al Señor en sus corazones y no tienen contemplado obedecer a Dios en ningún punto.

Para ellos, la ceremonia religiosa no fue más que un trámite, un evento social para el glamour.

En cambio, para un esposo o esposa creyente, no está contemplado el abandonar jamás a la mujer de su juventud. (Proverbios 5:18, 19)

Es una ingenuidad pensar en un matrimonio sin sufrimientos y/o conflictos de distinta especie.

El que se casa debe estar prevenido y preparado para soportar y ser soportado en muchas o muchísimas cosas.

Un hombre en la carne (Romanos 8:6-8 - Gálatas 5:19-21) es absolutamente impotente para soportarlo o sufrirlo todo, sólo buscará su autosatisfacción.

Es hedonista en esencia.

Pero hablando entre hombres y mujeres que tienen viva y presente en sus corazones la realidad del amor que nunca deja de ser, no temeremos, pues cuando el inmaduro amor sentimental juvenil comienza a disminuir hasta morir, se levantará poderoso y firme el otro amor, el de 1 Corintios 13.

Entonces vas a valorar y amar a tu mujer, porque el Señor mismo te dirá.

“Maridos, amad a vuestras mujeres… El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. Efesios 5:25-28.

No se puede pretender amar al Señor y ser despreciativo con la esposa.

No puedo o no podemos amar al Señor, respetarlo, honrarlo, serle fiel, y no serlo con mi esposa(o).

¿Podemos ver que hay una gran solidez cuando llegamos a la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo?

Nosotros con facilidad aplicamos el eterno amor de Dios a la salvación de los pecadores, a nuestra afiliación eterna al ser librados del infierno, y al participar de su gloria en el cielo.

¿Por qué no aplicarlo al matrimonio?

¿O acaso 1 Corintios 13 no es aplicable a mi matrimonio?

Hermanos, nosotros tenemos tal amor, como ya dije, derramado en nuestros corazones.

Nosotros proclamamos con gozo en medio de la asamblea de los santos.

“Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”. Salmo 73:26.

Entonces, digamos también...

- Mas la roca de mi matrimonio es Dios para siempre.

Esto es verdad, porque ya no somos más dos.

Hemos venido a ser una sola carne, y lo que es verdad para uno, también lo es para con quien soy uno.

¡Dios, el bendito Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo sostienen y sustenta nuestro matrimonio!

Hermanos, contrario a cuantos personajes público piense, nosotros concebimos el matrimonio para toda la vida.

A medida que evolucione la presente sociedad donde nos ha tocado vivir, creemos que el matrimonio quedará finalmente circunscrito a los creyentes.

Que el mundo haga o piense lo que quiera, los santos, nos santificaremos todavía. (Apocalipsis 22:11)

Una aplicación para el matrimonio. (Efesios 4:17-32)

Consideremos ahora la palabra de Efesios 4:17-32 aplicada a la vida matrimonial.

Ya no tenemos el entendimiento entenebrecido, ya no se concibe la dureza en nuestro corazón.

Hemos sido alumbrados por el Señor para que ahora se refleje la vida de Cristo en nosotros, es tiempo que se manifieste cuanto hemos aprendido en él y con él.

¿En verdad le hemos oído, y hemos sido por él enseñados? (Efesios 4:21)

Si no es así, entonces no nos extrañemos por tantos fracasos.

Nada podemos esperar del viejo hombre. (Efesios 4:22)

Pero todo podemos esperarlo del nuevo hombre. (Efesios 4:24)

Que es Cristo en nosotros. (Colosenses 1:27)

Si esta palabra es aplicable a la iglesia en general.

¿Cuánto más lo será al matrimonio, donde verdaderamente somos miembros el uno del otro? (Efesios 4:25)

Hay una ira legítima, un enojo repentino, a causa de cualquier situación de la vida cotidiana, que no es pecado.

El Señor nos pone límite.

“… no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Efesios 4:26.

Para que estas iras no se acumulen hasta reventar en un conflicto mayor.

“… ni deis lugar al diablo”. Efesios 4:27.

Aquí se trata de abrir una puerta al enemigo de todo lo que es de Dios.

El Señor nos perdone por cuantas veces hemos dado lugar al diablo.

Por esto llegan aquellos enojos, rabias y enemistades, las acusaciones mutuas se multiplican, se traen a la memoria muchas cosas que la sangre del Señor ya pagó y sepultó.

Esto es absolutamente ilegal e ilegítimo.

Satanás se siente de alguna manera autorizado.

- Ustedes desobedecieron, me dieron lugar.

Él no traerá ternura ni comprensión, viene a romper la paz, a turbar, a llenarnos de amargura y dolor.

En la iglesia velamos por no darle espacio al enemigo.

Los que ministran o presiden luchan porque no se les ceda terreno alguno.

Pero, hermanos, la vida de la iglesia no termina en la reunión de los creyentes, no tenemos una vida matrimonial y otra eclesiástica.

Llegamos al hogar con nuestra esposa, que es también nuestra hermana en Cristo.

Ya hay dos reunidos en su Nombre. (Mateo 18:20)

No demos, entonces, lugar al que viene para destruir.

Vamos a la perfección como iglesia, pero también como matrimonio.
(Hebreos 6:1)

La voluntad del Señor es que seamos sustentadores de nuestro hogar
(Efesios 4:28), y que no sólo se suplan nuestras necesidades, sino que tengamos aun para bendecir a otros.

No nos conformemos hasta que esto se cumpla en nosotros, y que haya recursos para los más necesitados y para apoyar la obra de Dios.

Nuestras palabras pueden edificar o contaminar a quienes nos escuchan.

No osaríamos hablar palabras corrompidas en la iglesia.

Tampoco tengo licencia para ser descuidado en el hablar cuando llego a mi casa.

En este sentido, no somos libres, somos esclavos de Jesucristo para vivir siempre en él y para él. (Colosenses 3:17)

Por favor, no contristemos al Espíritu Santo.

Otra palabra para meditar.

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios…”. Efesios 4:30.

¿Cómo se siente esta bendita Persona entre nosotros, en mi vida matrimonial?

Se trata del Espíritu del Dios vivo, el que le dio vida a la iglesia el día de Pentecostés, el que hizo maravillas con los primeros apóstoles, el que fortalece con poder en el hombre interior, nuestro consolador, quien nos conduce a todas las riquezas de Cristo, para poseerlas y disfrutarlas.

¡Qué tremendo es esto, hermanos!

¡Que siendo tan poderoso el consolador nosotros le contristemos y aun lo apaguemos con nuestras carnalidades y estupideces!

Dios no nos hizo autómatas, él espera que nos rindamos, que demos nuestra anuencia a su gobierno y autoridad, y que, al mismo tiempo, juzguemos la bajeza, la vileza de nuestro corazón.

“¡Miserable de mí!”. Romanos 7:24.

Dios nos dio su Espíritu para honra, gloria, hermosura, poder y victoria, pero nuestra vanidad y soberbia natural lo contrista.

- Perdónanos, Señor, por haberte contristado, por toda ofensa y desobediencia contra el consejo de tu Santo Espíritu dentro de nosotros.

¿Conoces hermano, la libertad del Espíritu dentro de ti?

¡Cómo nos inspira y fortalece!

¿Conoces una reunión de iglesia llena de gloria, esas que deseamos que no terminen?

Donde el Espíritu Santo gobierna todo

¡Qué glorioso!

Entonces, no lo contristemos más.

Que pueda desplegar toda su gracia para hacernos crecer y avanzar, así en el matrimonio habrá cada vez menos amarguras, enojos, griterías, etc.

Todos estos estorbos habrán sido violentamente quitados (Efesios 4:31) de los corazones que ahora están aprendiendo a vivir llenos del Espíritu Santo.

Esta sección de Efesios termina con una exhortación a la benignidad, a la misericordia y al perdón. (Efesios 4:32)

Aplicado al matrimonio, esto es un fuerte golpe al machismo y a la prepotencia de muchos maridos.

Estas cosas te parecerán de muy debilucho.

Pero los creyentes, los que son de Cristo, los que viven en el Señor, son capaces de humillarse y pedir perdón cuantas veces sea necesario, cada vez que tengamos testimonio de haber herido o defraudado a nuestra esposa o familia.

Esta actitud les dará confianza, y serán así testigos del trabajo del Señor en el corazón del que se humilla.

Sólo el carnal, el soberbio, no se humillará nunca.

¡Amados, que nuestro matrimonio sea como una ofrenda de olor fragante!
(Efesios 5:1, 2)

Amén.

Dios Te Bendiga.


lunes, 9 de marzo de 2009

ERES LIDER ? SUFRES DE ADENONIA ?


En la Primera parte de este tema, vimos el caso del Rey Uzías en su carrera desenfrenada de un Líder Anhedónico. Su carrera desesperada lo llevó a la lepra y exclusión final.

¿Qué entendemos entonces por líderes Anhedónicos?. La Expresión anhedónicos se desprende de la anhedonia.

Anhedonia es la incapacidad de experimentar placer. Dios nos ha dado la capacidad de experimentar el genuino y verdadero placer. Es un placer estar en su presencia, es un placer ver como Dios obra, es un placer sentir como Dios nuestra vida para fluir y tocar vidas.

El ministro amigo a quién describí al principio había perdido el placer de estar a solas con Dios por sus múltiples compromisos y proyectos, pero a lo largo de su ministerio Dios le había concedido pequeños y medianos logros, los cuales no logró saborear ni disfrutar, porque un nuevo plan, una nueva construcción y una nueva “visión” llegaron a tocar la puerta de sus desesperación.

No había tiempo que perder, había que correr para lograr otra meta más. Uzías experimentó exactamente lo mismo. En su carrera desenfrenada preparó el camino para su auto destrucción.

“Anhedonia es no tener alguna cosa en tu vida que mueva tu corazón” Archibald Hart.

El Dr. Archibald D. Hart en su libro Thrilled to Death (Emocionado hasta Morir). Describe esta sensación conocida como la anhedonia cuando dice: “Cuando sobrecargamos el centro del placer en el cerebro conseguidos niveles de estimulación sin darnos el tiempo de procesar los primeros, el resultado es un declive en la habilidad de nuestro sistema de placer de experimentar gozo en las cosas ordinarias y simples de la vida”.

Servir a Dios trae grandes satisfacciones. Muchas de esas satisfacciones vienen en paquetes pequeños. Nuestra sociedad nos ha llevado a despreciar los paquetes pequeños de la vida para correr desenfrenada tras los paquetes grandes. Como líderes disfrazamos muchas veces esa pérdida de placer por lo que Dios hace en medida pequeña, disfrazando nuestra anedonia con la palabra Visión. Entonces decimos al pueblo que Dios nos ha entregado una nueva Visión. Un nuevo proyecto, Una Nueva Tierra prometida.

El costo de la visión no importa. Al fin y al cabo no somos nosotros los líderes los que la pagamos, sino el pueblo, pero nuestro alto precio es cansancio, stress, noches sin dormir porque hay cuotas que lograr y montos que pagar y nos desgastamos en la almohada buscando el mecanismo como convencer al pueblo de que den más y más. Es una carrera sin fin y sin meta.

“A veces parecemos ratas en una jaula corriendo en la rueda como locos sin realmente llegar a ningún lugar”. Dr Archibald Hart.

La Biblia nos presenta al Señor Jesús alimentando cinco mil personas con un paquete pequeño de unos panes y unos peces en las manos de un niño. El milagro ocurrió. Jesús se tomó el tiempo para saborear el milagro hecho por Dios. Me lo imagino viendo con rostro de satisfacción como los niños. Jóvenes, adultos y ancianos en grupos de cincuenta saciaban su hambre.

Si Jesús hubiese padecido de anedonia, le hubiera dicho a los discípulos hoy alimentamos cinco mil , mañana lo haremos con 10 mil y la próxima semana con 20 mil. No, Él no lo hizo, porque no tenía nada que demostrar y ninguna pista por correr. Es más en Juan 6:22, 24,25,26,60,61,66-69 la Biblia dice que al día siguiente llego la multitud buscándolo y el les dijo estas palabras:

“Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos.

Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.

Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron:–Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

Respondió Jesús y les dijo:–De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:

–Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: Esto os escandaliza?

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.

Dijo entonces Jesús a los doce:

–¿Queréis acaso iros también vosotros?

Le respondió Simón Pedro:

–Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’.

Jesús no busco más multitudes. No se fijo una nueva meta impresionante. Él mismo en Juan 5 había dicho que el Hijo no haría ninguna cosa sino lo que veía hacer al Padre. Que el Padre le revelaría sus secretos al Hijo.

Cuanto necesitamos nosotros como líderes ser sumergidos en el estaque de la sumisión al Padre para vivir en sus propósitos sin caer en la montaña rusa de las emociones fracturadas por un declive en la capacidad de experimentar placer dado por Dios en lo que él nos permite vivir y lograr.

El Dr. Archivald Hart en su libro Thrilled to Death enfatiza lo siguiente: “ En sus subidas y bajadas en la escala del placer, como el yo-yo, muchos hoy están comenzando a sufrir de un desorden emocional llamado Desbalance hedónico . Esto significa que el centro del placer puesto por Dios en el cerebro para que cuando logres algo o hagas algo bueno y agradable experimentes placer, ese centro ya no está trabajando apropiadamente y esa pérdida de la habilidad de sentir placer afecta cada aspecto de nuestra vida, de la sexualidad a las adicciones, de las relaciones a la espiritualidad. Incluso nuestra capacidad de experimentar a Dios a totalidad es seriamente comprometida cuando sufrimos de los que se llama anhedonia.

Un líder anhedónico es aquel que ya ha dejado de disfrutar las pequeñas metas de la vida y ha dejado de saborearlas y ha emprendido la carrera desesperada a lograr más y más y más”.

No tiene esto que ver con detener la capacidad de soñar o ir más allá de los límites ni tampoco con caer en el conformismo y el estancamiento, sino en ir paso a paso en el camino marcado por Dios sin dejarnos arrastrar con los movimientos nuevos que proyectan prosperidad, riqueza, suntuosidad, aplausos y competencia con otros ministerios.

Dios no nos ha llamado a ser Líderes exitosos sino líderes fieles. Fieles a Dios quién nos llamó, Fieles a nuestros dones y ministerios dados por él sin copiar a otros, fieles al pueblo a quién Dios nos llamó a servir y no para que nos sirvan, fieles a la comunidad no creyente quienes miran atentamente a quienes no llamamos representantes de Dios en la comunidad.

Después de 40 años en el ministerio, luego de sufrir de anhedonia algunas veces y considerar lo que realmente vale en la vida, he encontrado que los mejores momentos en el liderazgo es cuando me he tomado el tiempo necesario para ver las cosas pequeñas de la vida como las alas de una mariposa, la flor en el camino, la sonrisa del niño y el alma salvada en el altar sin correr a buscar más números y más proyectos. También he disfrutado de los momentos cuando Dios me reta y desafía a algo que jamás estuvo en mi mente pero si en el corazón de Dios y al aceptar esos retos he visto que vienen de Dios porque él ha provisto todo lo que necesitaba para llevarlo a cabo sin perder el sueño en la noche y manteniendo la sonrisa en el rostro mientras las gotas de lluvia caen en el rostro como una caricia divina.

“Placer es una parte saludable y necesaria de la experiencia humana. Es lo que nos capacita para experimentar la belleza de la vida!”. Dr. Archibald D. Hart.

Reflexionemos ahora para saber si estamos sufriendo de anedonia:

  • ¿Estoy disfrutando el servir a Dios en lo que hago y dónde estoy?
  • ¿Estoy siendo fiel a lo que Dios quiere realmente que haga?
  • ¿En medio de mis compromisos ministeriales estoy disfrutando a mi cónyuge y mis hijos? ¿O el ministerio me está restando tiempo para estar con ellos?.
  • ¿Tengo tiempo suficiente para descansar y recuperarme del desgaste que me produce el ministerio o estoy corriendo más y más?
  • ¿Tu Ministerio interfiere con tu vida personal?
  • ¿Está el ministerio destruyendo la vida de tu familia?
  • ¿Tu ministerio se está convirtiendo en una prisión? ¿Eres un esclavo de la obra?
  • ¿Estoy teniendo tiempo para estar a solas con Dios poniendo mis planes en el altar para que Dios los destruya si es necesario?
  • ¿Están las deudas de los proyectos y visiones destruyendo mis noches y robándome los buenos tiempos durante el día?
  • ¿Estoy presionando, corriendo y pensado que nuevo evento realizar , conferencia que dar para lograr el dinero de ganancia que me permita seguir sosteniendo mi sueño anhedónico?
  • ¿Esta la gente que me rodea experimentando cansancio por el ritmo de exigencia y trabajo que les he impuesto?
  • ¿Es lo que hago la única fuente de placer?

Entonces cada una de estas respuestas me dirá si es tiempo de parar, enfocarme, recomenzar, desconectarme de sueños y proyectos, metas e ilusiones para conectarme con Dios y con la gente.

Que Dios te siga sosteniendo el resto del camino, es el deseo de su hermano y amigo.

Dr. Serafin Contreras Galeano.